martes, 1 de noviembre de 2011

De regreso.



Llora el sauce, el aire acondicionado y la lengua del perro...


Lloran las personas en las despedidas, las gaviotas que emigran 
y los dias, las mañanas, las tardes y las noches...

Llora el asfalto, los radiadores, el camino, la temperatura, el clima. 


Lloran los recuerdos, las decepciónes, los malos entendidos, 
la preocupación, la esperanza y el olvido.


Lloran en las alturas, en las profundidades, inconscientemente 
y dentro de la realidad.


Llora el ocaso y la tempestad, con calor 
y con frialdad, de rodillas, acostados y de pie.


Lloran en la espera, durante todo el trayecto, 
a la sombra de un árbol y en la cima del mundo, 
en las esquinas y en los bares. 


Lloran por amor, de envidia, por celos, de vergüenza, convencidos, 
los que tienen sueños y los demorados.




Lloran, todos lloran, todos...



menos yo, 




por que siquiera eso puedo darte. 















(Inspirado en un poema de Girondo)   

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