martes, 1 de noviembre de 2011

Chica de Bolivia





Arena, 
por todos lados polvo 
el sol golpeando buscando un nockout, 
la mezcla de lo anterior y el calor de altura la hacen ver hermosa.


No debe de tener edad para correr a campo abierto 
pero uno se confude por su voz, 
de muy pequeña canta melodías románticas 
para endulzar oídos de pasajeros bohemios y alguna nostálgica 
que trata de escapar de alguna relación difícil.


Con esos sonidos, 
la forma en que sus cuerdas vocales los deja libres, 
sumado al celeste y turquesa de sus vestiduras 
forman la imagen de un angel de desierto.


Aridos, 
los sentidos secos untados en adobe y desechos plásticos, 
una caricia en los labios y en sus ojos una cumbia traicionera, 
aturde de monótona y de palabras falsas que nunca sentira.


Rasgan sus cabellos los minutos, 
de tanto en tanto recuerdo que no es mía, 
ahora ya nada importa, 
la temperatura conquista el momento, 
esta fisura sentimental  empuja su cuerpo al fuego del norte 
la cadencia de su piel quema al compás de un corazón apunado.


Vino y vino, 
y por donde vino se fue, 
embriague mi alma con un cingani barato,
lo deje reposar en un colchón de cactus recién cosechados, 
ahora ya nada importa 
no la pretendo más que una noche, fría. 


Fría la despedida de alguien que nunca me cantará a los oídos,
sofocados de tanto silencio...            

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