jueves, 26 de mayo de 2011

Amor y migajas.

Lo siento_dijo, mientras  hundía un pedazo de carne en su boca_ no siento como vos, es evidente que sentimos de forma distinta_ afirmó tajante.

El sándwich de milanesa estaba rico, o tenía tanto hambre que algunas palabras sonaban rápidas,
lastimando los oídos de su compañera.

La gaseosa dietética perdía lentamente el frío mientras que ella la tomaba muy lentamente.

Si querés podemos dejar todo como está_ se levantó y fue hasta el baño dejandole la decisión exclusivamente a ella.

Mientras se arreglaba las cejas la imaginó llendose, realizó calculos buscando la solución a cada hipótesis, le temblaba la mano, pero su decisión era firme y ya nada podrá cambiarla.

Sentada, con las piernas cruzadas, miro por el gran ventanal, buscó en la mirada de los hombres que pasaban respuestas, cariño, contención.

Nada, un pequeño retaso de miga de pan flotaba en el vaso de él, se sintió ser ella misma, mojada por dentro y la boca de su amado tragandola sin percibirla.

Cuando volvió, la mesa estaba mojada, creyó que podrían ser lágrimas y se sintío culpable.

Ella lo echó todo a la suerte, esperó que se sentara y sólo atinó a ver esa pequeña porción de alimento, sin decir una palabra.

En el fondo las cosas no estaban del todo mal, ella siguió con sus clases de danza clásica y las sesiones de "tae bo" semanales y él organizaba los asados con sus amigos los viernes.

Eran diferentes no cabía ninguna duda, pero se habían conocido así y así se llegaron a querer.

Nunca olvidarán aquella vez que se indigesto con los ravioles de jamón y queso,
ella sentada a los pies de la cama y el resongando después del lavado estomacal.

La presentación en el Teatro Mitre el día de la primavera,
con la calsa que le quedaba chica y le marcaba la cola.

Los recuerdos les jugaban una mala pasada,
él bebió el último trago y ella sin decir nada se fue caminando hasta casa.
     

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy muy bueno!!!!!!!!!!11