Misterio

Andar por la vida desequilibradamente, le dá un poco de vida, a su vida... eso siente ella. 
Siente que es dueña de su cuerpo y que puede entregarselo a cualquiera, hombre o mujer, a su antojo. 
Ya sea, para una noche de placer o por pura casualidad. 
Trata de no pensar en ella, sino en los demás. 
Cree ser fantasía de miles, provocadora de mitos y estrella principal de alguna telecomedia. 
Lo ineteresante de verla andar sobre el mundo (no más alto que sus tacos agujas) es la magía que posee al desprenderse de todo intento animal racional. 
Frágil, ligera, tan prostituta como las profesionales, tan dueña de sí, como una mariposa en medio de una tormenta. 
A pesar de sus defectos (ninguno significativo en realidad), se lanza al mundo sin bragas ni paracaídas. 
No esconde nada, se muestra tal cual és. 
Perfecta escultura de carne y hueso.
Sin quedarse un minuto en un lugar deja a todos estáticos, perplejos, absortos, embobados, animados...



dejandola pasar... 






ahí se va...

No, che...

Cruzar la avenida y mirar al suelo, se convierte en una ceremonia, catastrófica en cuanto al contenido, diabólicamente atrayente y subjetiva de pensamiento. 

No pienso, llego a la abstracción total, me sumerjo en la nada absoluta y dejo que mis pies resuelvan el camino a casa. Absorbiendo imágenes callejeras como un fotograma carente de contenido y gracia. 

Los auriculares estallan en mis oídos y la luz dibuja sombras en mi andar.  

A veces, siento un fantasma, creo pasar al lado y éste no se da cuenta, y otras veces, me pide del fuego que no tengo.  

Anticipos...

De morir solo, quisiera...

Tenerte en mis brazos 

                               cuando el último aliento llegue...

Cuando mis ojos busquen la última imágen 

que sea tu rostro lo que me lleve al cielo...

Cuando mis oídos ya no escuchen

que un susurro de tu boca me despida...

Cuando mi corazón deje de latir 

que el peso de este amor quede contigo...

De morir solo, quisiera...

dejarte un te amo infinito...

en mi último aliento.