martes, 20 de abril de 2010

T déseo...




Arremangue su cintura entre mis manos.


Su piel toda estrujada, sentíase viva,


desde que mis dedos la recorren, hasta el beso del adiós…





Doblé sus labios con mi lengua.



El calor que le producía, sólo en sueños,


estoy seguro, no la dejarán por las noches…





Y en la almohada, el sudor (y entre las piernas…).



Al cerrar los ojos, mi figura,



la custodia echa sombras y los deseos interminables… 

Su Gesto

Cerró los ojos... 




                              miles de dardos 




                                                              se le incrustaban en el cuerpo,




centellaban las heridas, 




                                              sangraban los segundos






mientras más se lo imaginaba, 












                     más se impregnaba en su rostro 








                                                           


                                                                  
                                                                       el profundo dolor de esa mentira...

Bajo siete llaves...





El silencio, la soledad, los deseos…
cosas tan nuestras.

Objetos inmutables, inmunes, subjetivos, eternos
sin poder de decisión…

Almas en pena,
amarradas a las cadenas de nuestro destino…
y las puertas se cierran…
y todo queda adentro.


Seguro.



Resguardado.




Mirando (por la cerradura) el tiempo pasar…

y en lo alto de la cornisa

en la esquina de lo inevitable…

Los besos y las caricias que dejamos pasar…




Que me pasen la aplanadora por encima,
que fusilen mi cabeza y mis verdades,
por que así no tengo vida, por que así no vale la pena


con tantos silencios,



con tanta soledad,




deseándote,







como un alma perdida…

In-variable.

              


                _ Cuando sea grande?
         _ Cuando seas grande_ respondió muy decidido_ solo... sólo entonces comprenderás el sentido que tiene la vida para algunas personas.

              Fue directo, como sí el hubiese pasado horas en la misma tarea, un experto por experiencia, notable por la constante práctica. Dudé, debo decirlo dudé mucho, por mucho tiempo...cinco años esperando ser grande.

          Cuando estuve listo me entregué por completo a la experiencia, con mi cuerpo presionado por la curiosidad, con la mente convulsionada por la intriga, enfrascado en hipótesis surrealistas y creencias transitorias, llegué al lugar indicado expectante, cuerdo, con la inocencia de un adulto reciente y las indagaciones a flor de piel.

          En el centro mismo de aquel lugar público, en el medio de la única peatonal, apoyé mi atención en el respaldo de los acontecimientos, con urgencia, sin la guía del saber...

      La gente, distintos tipos, con particularidades emburbujeadas pasando de aquí, para allá. Neutras, puras en indiferencia, obsecuentes, para con los otros. Miradas arrugadas y cuerpo oprimidos, sonrisas opacas y pieles curtidas, herméticamente fusionadas con el autismo, sin presencia ni poder de percepción natural, humana. 

                El valor de la vida se construye sobre cemento gris y entre distancias ficcionadas, creadas para solventar el propósito de la soledad y la angustia de vivir. Miles de mecanismos de defensa, luchando constantemente, variables sin dignidad ni solvencia, aparatos móviles cargando la esencia de un ausentismo personal sin solución, ni demanda.

              Ahora que soy grande y vi el mundo en el que estoy me entrego sin resistencias, en una dirección tajante hacia mi propia muerte. 


                 

Refugio de Mentiras




Amontoné mis huesos y la carne vencida,

en la esquina de las convicciones,

sin esperanza de encontrarte,

con los ojos humedecidos y mis labios sospechando 

alguna palabras del porvenir.




Arrojé los músculos y todas mis fuerzas

en alguna alcantarilla sucia por imágenes

que te muestran como algo que no eres realmente.




Fría, seca, muerta, insensible, la noche muestra su lado tierno

mientras carcome mis sentidos de forma vulgar...

jueves, 15 de abril de 2010

Cuestión de tiempo




Hoy decidí como voy a morir,



solo,




 
entre muchos otros,




cayendo en el olvido








 





y en tu recuerdo

jueves, 1 de abril de 2010

Alucinogenos...

Ojos de marfil.


 El guante salpicado.
 

 Perfil de homicidio culposo.
 

 Caminos de sangre hasta mi habitación.
 

 Desperté de una pesadilla.
 ¿Desperté?
 

 El cuadro en la pared mira para otro lado.
 

 Las almas se pasean a mis espaldas.
 
 Me doy vuelta y todos caen a mis pies,
 (menos el charco de sangre).
 

 Languidecen los movimientos.
 

 Caigo seco en la almohada.
 

 Junto al cuerpo de mi amada.
 
 
 Junto al camino rojo.


 Abro mis ojos
 y se calman las ganas.....
  .