jueves, 28 de agosto de 2008

Con ciencia.

La habitación en penumbras.
El hombre sobre el sillón hamaca, mirando el hilo de luz que desemboca sobre el marco. La foto de la difunta sonriendo.
El frío abriga el momento y el crujir del sillón musicaliza la nostalgia.
Las orejas del can atentas a lo inesperado y mi voz intentando la entrada.
Es tarde ya, las valijas se vaciaron un año atrás y él se despide sin consentimiento. Aunque quisiera taladrarle los pensamientos oscuros, su alma esta vendida al tiempo, al dolor.
Se va inconsciente, frágil en sus movimientos; disimulando la desgracia de su desazón.
Entre las pulgas de aquél quien fuera su eterno compañero, deja caer sus últimas lágrimas, suspirando deserciones. Sangre turbia, de imposibilidad y mal logros, ya sin vida.
Aquí estoy, sacudiendo todo el cuerpo para tan siquiera lograr unos minutos más a su lado. Cada vertebra, cada articulación. Inútil, el destino nos envuelve en la tormenta de un adiós.
Los azulejos empedrados, dibujan universos inexistentes.
Salto por las esquinas. Efecto único del final.
El veneno… el llanto del animal… su sonrisa.

14 de Julio del 2008.-

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